Yemayá con la casa a cuestas. Por Amado del Pino




Si a uno le preguntan por una española que vive en Madrid y ama, comprende, apoya, impulsa la cultura cubana… muchos responderíamos: Pilar Zumel. Todavía no me he tomado con ella un café que tenemos pendiente. Tampoco la entrevisté a derechas, pero bastó una pregunta en un mensajito de Facebook para que nos explique su pasión, su perseverancia de promotora que ha cuajado en el proyecto Yemayá.


El homenaje a la diosa esencial de nuestro panteón afrocubano es más que una etapa, un local, una suma de actividades concretas. Oigamos a Pilar y vean conmigo a una mujer gordita y sonriente que no se pierde ninguna “burumba”, “guateque”, movida cubana, y que no para de soñar, proyectar, insistir.

“Hace ya 20 años que los amigos artistas cubanos se reunían en mi casa todos los domingos a almorzar y para las fiestas de Nochebuena, Noche Vieja. Yo tenía una peletería en el barrio de Aluche. Vladimir Cruz bromeaba: monta un bar a ver si alguno de nosotros paga.

“Una crisis económica me obligó a cerrar aquella peletería y monté el primer Yemayá, el de la calle de La Reina en Chueca. Allí pasaron cosas maravillosas. Después de cinco años se cerró y comencé a trabajar en otros locales sin dejar nunca mi relación con los cubanos y su cultura, montando exposiciones, presentaciones de libros o las famosas matinés de La Colonial, donde estuvieron desde Gema (Corredera) y Pavel (Urkiza) hasta Pedro Luis Ferrer.

En 2007 se abre otro Yemayá, este en la calle Calatrava en la Latina, con dos locales, el bar y la asociación cultural. Organizamos grandes exposiciones y el certamen de cantautores Rosas en el Mar apadrinado por (Luis Eduardo) Aute, de lo más relevante junto a los más de doscientos conciertos que hicimos. Se cerró hace año y medio por la terrible crisis económica que padecemos. Abrimos un nuevo local, esta vez en Lavapiés, con la intención de fomentar un colectivo artístico. No pudo ser, pero tuvo una intensa vida cultural.

“Ahora no tengo local pero… sigo promocionando todas las actividades culturales que puedo. En abril estuve en Cuba entregando el premio de Rosas en el Mar, en Santa Clara, en el Mejunje, con mi amigo Silverio. Nos invitaron a un programa de televisión dirigido por Juan Carlos Travieso y presentado por Marta Campos.

“Actualmente trabajo de cocinera en un bar de Lavapiés y en cuanto puedo les ´meto´ unos frijoles con arroz y picadillo a la Habanera. En fin… el Mar”.
Yemayá -sea en un lugar de Madrid u otro, o bien en esta etapa en que lleva la casa a cuestas- ha sido una alianza clave para que los cubanos pongamos en acción nuestra nostalgia creadora. Como consecuencia de las diversas posiciones políticas y la vehemencia con que se manifiestan sus extremos, a los cubanos que estamos en España nos cuesta más reunirnos en una asociación que a colombianos, peruanos o emigrantes de otras nacionalidades de nuestro continente.

Yemayá ha sido durante años el espacio para personas que llegaron aquí desde hace mucho o para los que acaban de radicarse en España, cubanos en tránsito o viaje de estudios, y hasta para el residente en La Habana o Cienfuegos que debía pasarse tres semanas en Madrid por razones de trabajo.
El acogedor ámbito que genera ha propiciado el encuentro entre intereses artísticos y hasta entre afectos extraviados u olvidados en la borrasca del desarraigo. Antes del apogeo de las redes sociales, la sonrisa y la energía de Pilar supieron enlazar pensamientos y almas.

Ojalá y Yemayá vuelva a tener cuatro paredes para exponer, cantar, tomarse un roncito o intercambiar recuerdos y certezas. Mientras tanto, muchos creemos en ese hogar intangible, ese estado de ánimo, ese dulce empujón para que los cubanos estemos más juntos.