El Proyecto Teatral cubano Punto
Azul presenta el estreno mundial de “Tierras” un texto de Gilberto Subiaurt en
la prestigiosa Sala habanera Adolfo Llauradó.
María de los A. Nuñez dirigiendo a la actriz Isabel Santos |
“Tierras” aborda la circunstancia de una mujer que baja y sube del
pódium en la exposición de una conferencia del medio ambiente atrapada por la tierra que la persigue
aferrada debajo de sus uñas. Una emigrada Cubana en Estados Unidos, padece una
crisis identitaria, víctima de las dos orillas, una gran mentira expone entre
sus verdades en el planeta tierra,
tierra de la que no puede desprenderse debajo de sus uñas, fantasma que
la persigue de su isla.
Las
Notas al programa bajo el título "Una criatura desorbitada por la
historia", han sido escritas por el crítico cubano Héctor Antón. María de
los Ángeles Núñez Jauma dedica especialmente este estreno a su madre Alicia del
Carmen Jauma, recientemente fallecida, por su parte el autor de “Tierras” Gilberto Subiaurt lo obsequia a su progenitora Olga López con quien
tiene la dicha de compartir. Ambas, mujeres y madres, excepcionales.
Una
criatura desorbitada por la historia.
Por Héctor Antón.
Tierras (2013) es un “enemigo rumor”
contrapuesto a la “épica sincrónica” de una isla custodiada por muros de agua
salada por todas partes. No es otra compilación de antagonismos entre la patria
y el refugio, la histeria y el susurro, el retorno y la herencia, la identidad
y su legado. Tampoco es una “intelección de la escritura” como recuento
nostálgico, ni un desahogo underground concebido
por un talento amargo.
El
drama recrea la “volatilización del destino” encarnado por una mujer de
cuarenta años, quien padece cualquier locura menos una neurosis identitaria,
añorando hundir sus manos en el suelo natal para hallar sus orígenes
extraviados. La ambigüedad de Tierras
reside en desacralizar el exilio como salvación o fatalidad, para obviar el
desarraigo como recurso sensiblero. Perder el centro de gravitación emocional
implica bordear la “zona virgen” de una plenitud física y espiritual.
Mediante
una progresión de saltos espacio-temporales, la pieza escrita por el actor,
director y dramaturgo Gilberto Subiaurt (Matanzas, 1958) cuenta un episodio tan
históricamente falso como simbólicamente verdadero. Una sobreviviente del camino
irrumpe en un salón para ofrecer una disertación en torno al medioambiente.
Pero se trata de una oradora a sueldo que sube y baja del podio como una rutina
diaria. Alguien que poco le importa si los patos son tan sagrados en Miami como
las vacas en la India.
¿Por
qué la protagonista de una autobiografía colectiva inédita carece de nombre y
apellidos? ¿Por qué se desconoce cuando salió de Cuba? ¿Por qué “no se
acostumbra a esconder cosas que son muy fuertes? ¿Por qué se ignora si los
fantasmas que la asedian están vivos o muertos? ¿Por qué el desvío reemplaza al
odio? Porque la “Gran Historia” del relato es la “Gran mentira”, arquetipo de
un fragmento entre dos orillas que “se traiciona a sí mismo” mientras
desfallece “administrando la impaciencia de vivir”.
La
triada Subiaurt-Yera-Jauma sugiere una puesta en escena donde brillan por su
ausencia la intertextualidad narrativa, una grandilocuencia actoral y la
estética carnavalizante. Nada de especulación barroca o nudismo barato. Todo se
limita a una síntesis minimalista que provoca un choque frontal: la intérprete
luchando por atravesar el espejo de una frialdad diplomática, para anclar en la
calidez visceral de sus obsesiones. El calor y un torrente de agua fría parecen
incitar a la confesión nunca dicha: “Solo falta que empiece a lloviznar y me
derrumbe”.
De esta
tierra metida en las uñas de cuánto dejó atrás una hija dominada por una madre
autoritaria, emana un rechazo a las militancias de género o compromisos
ideológicos que propician lealtades pasajeras.