"Tierras" se estrena en la Habana bajo la dirección de María de los Ángeles Núñez Jauma

El Proyecto Teatral cubano Punto Azul presenta el estreno mundial de “Tierras” un texto de Gilberto Subiaurt en la prestigiosa Sala habanera Adolfo Llauradó. 

María de los A. Nuñez dirigiendo a la actriz Isabel Santos
El espectáculo bajo la Dirección Artística de María de los Ángeles Núñez Jauma está interpretado por la actriz Yaquelin Yera y tendrá apertura el viernes 3 de abril. Se mantendrá en cartelera durante todo el mes, viernes y sábados 8:30 pm, domingos 5:00 pm. La Dirección General corre a cargo de Omar Bilbao.

“Tierras” aborda la circunstancia de una mujer  que baja y sube del pódium  en la exposición  de una conferencia del medio ambiente  atrapada por la tierra que la persigue aferrada debajo de sus uñas. Una emigrada Cubana en Estados Unidos, padece una crisis identitaria, víctima de las dos orillas, una gran mentira expone entre sus verdades en el planeta tierra,  tierra de la que no puede desprenderse debajo de sus uñas, fantasma que la persigue de su isla. 


Las Notas al programa bajo el título "Una criatura desorbitada por la historia", han sido escritas por el crítico cubano Héctor Antón. María de los Ángeles Núñez Jauma dedica especialmente este estreno a su madre Alicia del Carmen Jauma, recientemente fallecida, por su parte el autor de “Tierras” Gilberto Subiaurt lo obsequia a su progenitora Olga López con quien tiene la dicha de compartir. Ambas, mujeres y madres, excepcionales.

Una criatura desorbitada por la historia.
Por Héctor Antón.

Tierras (2013) es un “enemigo rumor” contrapuesto a la “épica sincrónica” de una isla custodiada por muros de agua salada por todas partes. No es otra compilación de antagonismos entre la patria y el refugio, la histeria y el susurro, el retorno y la herencia, la identidad y su legado. Tampoco es una “intelección de la escritura” como recuento nostálgico, ni un desahogo underground concebido por un talento amargo.

El drama recrea la “volatilización del destino” encarnado por una mujer de cuarenta años, quien padece cualquier locura menos una neurosis identitaria, añorando hundir sus manos en el suelo natal para hallar sus orígenes extraviados. La ambigüedad de Tierras reside en desacralizar el exilio como salvación o fatalidad, para obviar el desarraigo como recurso sensiblero. Perder el centro de gravitación emocional implica bordear la “zona virgen” de una plenitud física y espiritual.

Mediante una progresión de saltos espacio-temporales, la pieza escrita por el actor, director y dramaturgo Gilberto Subiaurt (Matanzas, 1958) cuenta un episodio tan históricamente falso como simbólicamente verdadero. Una sobreviviente del camino irrumpe en un salón para ofrecer una disertación en torno al medioambiente. Pero se trata de una oradora a sueldo que sube y baja del podio como una rutina diaria. Alguien que poco le importa si los patos son tan sagrados en Miami como las vacas en la India.

¿Por qué la protagonista de una autobiografía colectiva inédita carece de nombre y apellidos? ¿Por qué se desconoce cuando salió de Cuba? ¿Por qué “no se acostumbra a esconder cosas que son muy fuertes? ¿Por qué se ignora si los fantasmas que la asedian están vivos o muertos? ¿Por qué el desvío reemplaza al odio? Porque la “Gran Historia” del relato es la “Gran mentira”, arquetipo de un fragmento entre dos orillas que “se traiciona a sí mismo” mientras desfallece “administrando la impaciencia de vivir”.

La triada Subiaurt-Yera-Jauma sugiere una puesta en escena donde brillan por su ausencia la intertextualidad narrativa, una grandilocuencia actoral y la estética carnavalizante. Nada de especulación barroca o nudismo barato. Todo se limita a una síntesis minimalista que provoca un choque frontal: la intérprete luchando por atravesar el espejo de una frialdad diplomática, para anclar en la calidez visceral de sus obsesiones. El calor y un torrente de agua fría parecen incitar a la confesión nunca dicha: “Solo falta que empiece a lloviznar y me derrumbe”.

De esta tierra metida en las uñas de cuánto dejó atrás una hija dominada por una madre autoritaria, emana un rechazo a las militancias de género o compromisos ideológicos que propician lealtades pasajeras.